Las redes nos manipulan

Mentiras, fanatismo e Internet parte III

En la anterior publicación explicábamos que la moderna neurología atribuye abrumadoramente la toma de decisiones importantes a nuestro cerebro intuitivo, más que a nuestro cerebro racional. Y exponíamos que esto se debe a que en la arquitectura cerebral las decisiones se toman en instancias de mayor rango que no conocemos bien todavía, y que el Área de Broca o zona motora del habla se limita a verbalizar las decisiones ya tomadas por centros cerebrales superiores. También explicábamos que en épocas anteriores, opiniones extrañas o sin fundamentos se sometían al juicio del entorno próximo y se podían contrastar, pero que al confrontar ahora nuestras opiniones y argumentos principalmente en Internet, esto ya no sucede así. Expondremos cómo la tecnología explota esta desconexión en su beneficio, sin ningún tipo de escrúpulo.

Al habernos desconectado en gran medida del entorno próximo habitual, confrontamos nuestras opiniones y argumentos mayoritariamente en Internet. Pero Internet, las redes sociales y las aplicaciones que usamos están pensadas sólo y únicamente para que gastemos el máximo tiempo posible allí. Y esto lo logra mostrándonos lo que queremos ver. Nunca nos muestra resultados que rebatan nuestras opiniones o publicaciones de usuarios que confrontan nuestros prejuicios, por muy negativos e inverosímiles que sean, porque eso no haría apetecible leerlos ni seguir buscando más. La insaciable avaricia y la absoluta falta de ética existente en Internet, redes sociales y aplicaciones es difícil de asimilar. Su único afán es conocernos lo máximo posible, determinar nuestros gustos, sopesar nuestras reacciones, predecir lo que querríamos encontrar, para sacar por ello todo el dinero que puedan. Se gastan ingentes cantidades de dinero en perfeccionar herramientas para escudriñar sin tapujos a cada usuario y así conocer la mejor manera de mantenerlo enganchado y atrapado en sus redes el máximo tiempo posible. Educar, mostrar la verdad o la opinión de los expertos no es ni de lejos su objetivo. Su objetivo es mantener a la víctima enganchada dentro de su círculo para hacer dinero a su costa, sin importar si el usuario pierde sus relaciones con su entorno próximo, se hace un adicto o se convierte en un inadaptado, un descerebrado o un fanático.

Sin críticas, con los sesgos y prejuicios cognitivos que describíamos en la primera parte de este ensayo campando sin restricciones, las ideas más peregrinas no son ahora confrontadas por el entorno próximo, sino que cualquier opinión, por débiles o descabellados que sean los argumentos para mantenerla, ahora puede ser respaldada por cientos de miles de otras personas en las redes que opinan lo mismo. El Área de Broca individual, que de otra manera sería fácilmente rebatida por el entorno próximo si defendiera argumentos poco convincentes, ahora puede encontrar infinidad de nuevos argumentos externos, capaces de justificar incluso lo injustificable.

Sesgos y prejuicios cognitivos

Encontrando a mucha gente que opina iguales necedades que uno mismo, se amplifica el Sesgo de falso consenso. Internet, sus redes sociales y las aplicaciones móviles son el caldo de cultivo perfecto para cualquier tipo de negacionismo, para cualquier teoría conspirativa, para dar visos de veracidad a cualquier mentira, da igual lo bizarra y falta de fundamento que sea y, por supuesto, para el extremismo. No solo es la verdad la que se daña. Incluso cuando se nada en las aguas de lo razonable, el usuario se radicaliza irremediablemente, porque funciona el Sesgo del halo: si alguien opina en algo exactamente igual que tú, el resto de sus ideas radicalizadas son razonables.

Y la tecnología no iba a dejar pasar esa oportunidad. Un usuario radicalizado busca sin descanso opiniones y argumentos a su favor, o busca motivos para denigrar al adversario febrilmente. Un usuario, cuando más radicalizado esté, más enganchado se sentirá en este círculo. Y sin escrúpulo alguno, las redes le mostrarán siempre al usuario la versión más fanatizada y extremista de las tendencias que parece seguir, porque eso es lo que lo motivará más y lo que lo mantendrá activo y bajo su control. Los grupos se unen y se refuerzan cuando encuentran a un enemigo, es lo que han entendido todos los movimientos, religiones, grupos terroristas, partidos políticos, naciones, desde tiempos inmemoriales. Encontrar ese oponente es fundamental. Resaltar sus equivocaciones, su maldad, su bajeza moral, lo odioso de sus planteamientos, engancha con fuerza igual o superior a encontrar virtudes para tus partidarios. Una manera más de conseguir manipularte y retenerte.

No tengo muchas esperanzas de que este estado de cosas se revierta, dada la codicia sin medida que rige en Internet. Nos espera un mundo cada vez más desinformado, más polarizado, más engañado, más radicalizado, más irracional. Y lo peor es que esta radicalización lleva inevitablemente a la violencia, y por lo tanto a un mundo más violento. Naciones desangradas por enfrentamiento internos, estragos contra la cultura y las obras de arte en nombre de la ciencia o la religión, guerras llenas de la barbarie más cruel nunca vista y amenazas de holocausto nuclear. Quien maneja la información maneja el poder. Nos jugamos mucho si dejamos todo Internet y el poder en manos de un puñado de ávaros inmorales. Es hora de poner soluciones, hay que tomar medidas antes de que todo se nos vaya de las manos y no tenga remedio.