Las consecuencias del infinito

El canto tribal pudo preceder y evolucionar a la vez que el lenguaje verbal

Los bebes son capaces de disfrutar de la música con pocas semanas, pero los niños solo son capaces de captar el sentido de las frases solo tras muchos meses de elaboración. Algo que sucede tan temprano en el desarrollo humano no cabe duda de que debe tener su importancia. La música se aprende, de igual manera que el lenguaje. Pero el sentido de la armonía musical parece tan innato como la gramática y la sintaxis. Decimos que la gramática y sintaxis son innatas porque un niño puede conjugar un verbo que no conoce de manera innata, o usar la sintaxis adecuada con combinaciones de palabras no escuchadas anteriormente. Pero si es un verbo irregular, le tenemos que explicar la excepción, porque lo conjugará como un verbo regular. Es como si en el cerebro existiera circuitos neuronales preconfigurados para aprender posteriormente el lenguaje específico materno.

De hecho, la ventana del lenguaje implica que si no se aprende algún idioma en edades tempranas, no se podrá aprender posteriormente ninguno. Esto sucede porque los circuitos neuronales preconfigurados, si no se aprovechan, se desconfiguran y se amortizan. De igual manera, un niño puede distinguir una nota desafinada porque predice la nota y duración que sigue de forma lógica a la melodía. Parece que también la música tiene asignada circuitos neuronales preconfigurados para conjugar el estilo musical de su cultura. Quizá el canto y el habla son dos canales de comunicación de similar importancia.

El tamaño del cerebro de los animales entre especies parecidas suele ser más grande en las especies que forman grupos más numerosos. Los humanos y sus antecesores directos han vivido siempre en grupos grandes y complejos, con gran interacción social entre sus miembros. Los humanos sobrevivían como sociedades de cazadores y recolectores. La necesidad de compartir los recursos encontrados y la caza en grupo hacen aún más acusado el carácter colaborativo y social de nuestra especie. Los simios usan el despiojamiento como un mecanismo de incrementar los lazos sociales y cohesionar al grupo. Puede que actividades como los cantos tribales tuvieran un papel similar para reforzar esa cohesión. También puede que pintarse el cuerpo mutuamente, compartir la realización de pinturas rupestres y participar en rituales mágicos fueran efectos secundarios de esa necesidad de mantener al grupo unido y fuerte.

Los primates superiores tienen una laringe con un diseño completamente diferente de la humana. La traquea está en ellos mucho mejor protegida y pueden tragar y respirar simultáneamente. Los humanos tenemos una tráquea con una disposición que nos permite emitir sonidos más complejos, pero a costa de unas modificaciones que pueden provocarnos el atragantamiento. Este es un peaje importante pero necesario para nuestra especie. Como un recuerdo de nuestro pasado, nuestros bebés tiene la traquea con una disposición parecida a los primates, y pueden respirar y amamantarse simultáneamente. Algunos antropólogos mantienen que el Hombre de Neardenthal tenía una disposición de la laringe “humanizada”. Si tenemos en cuenta que el Homo sapiens y el Homo neanderthalensis tienen un antepasado muy remoto, la capacidad de generar y modular sonidos complejos debió estar presente desde muchísimo antes del inicio de nuestra especie y, posiblemente, precedió y acompañó al nacimiento del lenguaje.

En la siguiente publicación expondremos las ventajas que suponen para nuestra especie la existencia de una comunicación cada vez más sofisticada y cómo una laringe adaptada a producir sonidos complejos fue el sustrato que permitió la aparición de las palabras. También de cómo llegó a preponderar el lenguaje oral sobre los otros tipos de comunicación, y de las relaciones del canto con el lenguaje verbal.