El puzle de la mente

Mentiras, fanatismo e Internet parte II

En la anterior publicación describíamos cómo en la era de la información, circulan tantas mentiras y el fanatismo cobra cada vez más auge. Y que una parte de este problema se debe a que la mente intuitiva tiene muchísimo mayor papel que la mente analítica en la toma de decisiones y opiniones. Esta preponderancia se reflejaba en los incontables sesgos y prejuicios cognitivos, algunos de los cuales describíamos. Ahora intentaremos exponer cómo la arquitectura cerebral explica porqué las decisiones intuitivas rigen nuestra vida con mucha más fuerza que el cerebro analítico y racional.

La moderna neurología atribuye abrumadoramente la toma de decisiones importantes a nuestro cerebro intuitivo, y muy pocas a nuestro cerebro analítico. Lo saben los encargados del marketing. Se elige comprar un determinado producto más por la intuición más que por la razón. Es sabido que una imagen vale más que mil palabras y que el estilo y la envoltura es más importante que el producto en sí mismo. También la moderna neurología ha estudiado al detalle cada mínima parte del cerebro, y nos ha revelado que cada parte tiene una función propia inequívoca. Aunque lo interpretamos como un todo único, el cerebro se construye con muchas capas, cada una de ellas con una función propia, igual que los componentes de un ordenador. También ha revelado que hay muchísimas más circuitos neuronales dirigidos hacia el Área de Broca, el área motora del habla, que circuitos neuronales partiendo de esta Área de Broca. Por ejemplo, el Sistema límbico que procesa nuestras emociones, tiene muchos circuitos neuronales dirigidos hacia este área, pero pocos circuitos parten del Área de Broca al Sistema límbico. Esta disposición del cerebro tiene un papel fundamental en las conclusiones que pretendo exponer.

Las decisiones parece ser que se toman por el cerebro de una manera que no hemos sabido definir bien hasta ahora, y que no somos conscientes de ellas hasta después de haber sido tomadas. Por ejemplo, Si se le pide a un sujeto experimental que elija qué brazo mover y que lo diga, el área motora del brazo elegido se activa segundos antes de que el sujeto diga qué brazo había elegido. Parece ser que el Área de Broca se ciñe solo a realizar su función propia, que es verbalizar. Verbalizar después una decisión al parecer ya tomada por otras instancias cerebrales con más rango. Y esto sucede de la misma manera en decisiones más complejas, verbaliza estas decisiones, y las verbaliza con mejor o peor éxito.

La emoción frente a la razón

El Área de Broca no sabe explicar bien la razón por la que has escogido tu color favorito, ni tu equipo deportivo, ni porqué elegiste la casa donde vives, ni el medio de transporte que usas, ni por qué te enamoras de alguien. Y esto pasa con el resto de nuestras opiniones. Abrumados por sesgos que han condicionado la toma de posición de lo que ha sido descrito a veces como nuestro Inconsciente, el Área de broca puede intentar justificar con mayor o menor éxito nuestra posición política, nuestra visión del mundo, la elección de tener una determinada religión o de ser ateo, ser progresista o conservador, la opinión sobre razas diferentes de la nuestra, la opinión sobre la vida, sobre el amor, sobre cualquier tema de actualidad, sobre la muerte. Pero el Área de Broca solo tiene una función: verbalizar y justificar de alguna manera decisiones que no son verdaderamente suyas.

En épocas anteriores, opiniones extrañas, sin fundamentos, con sesgos demasiado evidentes y fuera del consenso, podían ser expresadas, pero se sometían al juicio de las personas del entorno próximo y se podían contrastar con medios de comunicación de prestigio. Si recibían el suficiente número de críticas bien argumentadas, el consciente pronto se veía sin argumentos. El cerebro completo del sujeto se tomaba un tiempo para sopesar si podía encontrar contra argumentos con los que rebatir las críticas o se tomaba un tiempo para re-analizar la opinión puesta en tela de juicio. Se cambiaba de opinión o se mantenía y se esgrimían los contra-argumentos, sufriendo de nuevo la crítica del entorno del individuo. Al final, había que elegir si ir completamente contra corriente, o sumarse al consenso general, y esto último ocurría en la mayoría de los casos.

En la actualidad, esto no sucede así. Nos hemos desconectado en gran medida del entorno próximo habitual y confrontamos nuestras opiniones y argumentos principalmente en Internet. En la siguiente publicación expondremos cómo la tecnología explota esta desconexión en su beneficio sin ningún tipo de escrúpulo, para así poder engancharnos mejor a través de la manipulación y la radicalización, en un modelo de negocio basado en última instancia en mentiras, bulos y fanatismo.