Comparación cerebro chimpancé

El peso de la Evolución en los Humanos parte II

En la anterior publicación intentamos explicar que la mayoría de nuestros actos está regidos por conductas instintivas y comportamientos innatos, poniendo algunos ejemplos. También expusimos que, incluso elecciones aparentemente basadas en el razón, sufren muy a menudo sesgos cognitivos inconscientes.

Al fin y al cabo, nuestra mente es un producto directo del cerebro, y el cerebro humano es un producto directo de la evolución, con todas las consecuencias. Eso implica que nuestras actuaciones habitualmente se rigen en su mayor parte por el cerebro tomado en su conjunto. Solo cuando usamos la pequeña parte del cerebro racional que está influenciada por la cultura y la civilización, esas conductas son más racionales y menos instintivas. Los expertos han delimitado nuestra parte racional y consciente al Área de Broca. Esto lo desarollamos con más detalle en nuestra publicación sobre mentiras fanatismo en internet.

La evolución funciona a base de pequeños cambios, y solo se puede cambiar cada vez un poco, manteniendo el esquema general. Por ejemplo, el esquema corporal de los insectos incluye la oxigenación por los espiráculos, una serie de pequeñas aperturas directas al exterior. Los insectos, al evolucionar, no pueden cambiar su esquema corporal de golpe y radicalmente, un esquema que sigue precisando de los espiráculos. Esto hace que no puedan superar cierto tamaño, porque a partir de ciertas dimensiones, el oxígeno no se difunde bien.

De igual manera, el cerebro humano es básicamente un cerebro de chimpancé sobredimensionado al triple, sin cambiar su arquitectura fundamental, que es lo que intentamos trasmitir con la primera imagen de esta publicación. Este cambio ocurrió en apenas 1 millón de años. El cerebro de los delfines tiene un tamaño superior al nuestro, pero se fue agrandando en un período de muchos millones de años. Esta explosión en el volumen cerebral en tan corto espacio de tiempo ha producido un resultado que todavía no está bien pulido. El cerebro humano no es perfecto, y el resultado es que padecemos muchísimas enfermedades mentales y neuronales: Depresión, ansiedad, psicosis, esquizofrenia, autismo, Parkinson, Alzheimer, esclerosis múltiple, psicopatías, trastorno obsesivo compulsivo, estrés postraumático, enfermedad bipolar, tendencia a las adicciones, bulimia, anorexia, insomnio, etc., etc.

En mi opinión, el cerebro ha llegado a su máximo volumen, igual que el cuerpo de los insectos. Mayor capacidad cerebral produciría más efectos no deseados que beneficios. De hecho, algunos estudios demuestran que desde el Paleolítico a la actualidad, el volumen cerebral medio de los seres humanos ha ido disminuyendo levemente. Hemos desarrollado la división del trabajo, la cultura y el lenguaje, como alternativa a aumentar el volumen cerebral individual, para alcanzar más capacidades. El todo es mucho más que la suma de las partes en nuestra especie y en muchas otras especies. Un hombre solo en una isla desierta no puede aspirar a mucho. Nuestra sociedad en su conjunto ha sido capaz de llevar un hombre a la Luna. Una hormiga sola no es nada, pero un hormiguero entero puede ser capaz de cultivar hongos o pastorear pulgones. La sociedad se reconoce mucho más importante que el individuo, y un ejemplo neto son las guerras.


Cerebros de dhimpancé, humano y delfín

Esta capacidad del ser humano de construir una sociedad global está basada también en aprovechar y modificar rasgos evolutivos ya existentes. Lo que está definido en el acervo genético de los primates es que sean animales sociales. En nuestra especie ese rasgo se ha acentuado al extremo con unos pocos cambios genéticos añadidos, lo que nos ha permitido ir aumentando el grupo social desde las tribus a las aldeas, desde las ciudades estado a las naciones, de los estados a la globalización. Muchos expertos coinciden en que la salud mental depende de las interacciones sociales que tengamos. Como los tiburones que se ahogan si no nadan, los seres humanos no pueden vivir sin socializar. Dejo abierto el debate sobre si se debiera incluir al Homo sapiens como un organismo Eusocial, como las abejas, las termitas o las ratas topo. Un organismo Eusocial se define como aquel en el que conviven varias generaciones, todos los adultos cuidan de las crías y hay castas reproductoras y no reproductoras. La casta no reproductora en nuestra especie serían los abuelos.

Sigue la siguiente publicación para conocer muchos otros comportamientos que surgen directamente de nuestro acervo genético y evolutivo, especialmente en nuestro comportamiento social y nuestro comportamiento reproductivo.