Experimento de la doble rendija

Dónde surgen el Tiempo y la Consciencia Parte II

En la anterior publicación de este ensayo sobre dónde surgen el Tiempo y la Consciencia, explicamos lo difícil que es definir el concepto del tiempo y su direccionalidad, cuando para la física, el Tiempo ni fluye, ni es secuencial, ni tiene una dirección. También cómo el Universo tiene una naturaleza tetradimensional, con tres dimensiones espaciales y una dimensión temporal, todas al mismo nivel. También hicimos un esquema de este universo tetradimensional en un modelo tridimensional. Ahora intentaremos explorar cómo puede originarse el Tiempo dentro del marco de la Mecánica Cuántica.

La Mecánica Cuántica desafía nuestro lógica. Las partículas cuánticas no tienen una localización, velocidad o propiedades definidas, sino que son una función matemática de probabilidad. No es que no se les pueda atribuir un lugar, es que su verdadera naturaleza es estar distribuidas en varios lugares a la vez. El mundo cuántico desafía el sentido común cuando los físicos nos demuestran que las partículas fundamentales pueden surgir de la nada o desaparecer. Pero como cada objeto existente está hecho de estas partículas, en realidad todos los objetos, el universo mismo, tienen esas propiedades de indefinición. Los investigadores nos enseñan que solo cuando interaccionan con un observador, los objetos, los átomos o las partículas dejan atrás su verdadera naturaleza probabilística y se convierten en partículas definidas, átomos, árboles o galaxias.

El Experimento de la Doble Rendija es una de las muchas demostraciones de esta asombrosa propiedad. Mientras un electrón no es medido se comporta como una onda, produciendo interferencias consigo mismo, al tomar todas las trayectorias posibles. Cuando es medido, un electrón se comporta como una partícula, y toma solo una de las trayectorias posibles. Según la Interpretación de Copenhague, cuando una partícula es observada o medida, su función de onda colapsa y entonces pueden ser determinadas sus propiedades. Según la interpretación de los Múltiples Mundos, una partícula al ser observada da lugar a diferentes mundos, cada uno de ellos contendría una de las posibilidades que esa partícula puede tomar al ser medida y observada. Para los seguidores del Superdeterminismo, la partícula y su medición están ligadas causalmente, estando los resultados de la medición prefijados. Esta última explicación sortea varias paradojas de la mecánica cuántica y encaja muy bien con un universo atemporal y fijo, como el que intentamos explicar.

En todos los casos, lo que asombra a los científicos es el papel fundamental y misterioso que parece ejercer la observación en las propiedades de las partículas. La partícula cambia su naturaleza dependiendo de la existencia de un observador consciente. Esto tiene profundas implicaciones que los filósofos tratan de interpretar. La mente del observador parece como si ejerciera una influencia determinante en la existencia de la partícula y por extensión, en la existencia del universo mismo. La mente parece una entidad que funciona complementando al universo.

Estas escuelas no han considerado que las propiedades que están indeterminadas en una partícula cuántica podrían englobar también sus propiedades temporales. Si su velocidad y posición no están definidas hasta ser medidas y observadas, ¿porqué no asumir también que su localización en el tiempo se define con la observación? Si el observador consciente hace tomar a la partícula unas propiedades y una posición espacial definidas, la mente del observador también le hace tomar a la partícula una situación definida en la dimensión temporal.

Volviendo a la representación cónica del espacio-tiempo en 3 dimensiones expuesta en la publicación anterior, según la mecánica cuántica, la medición u observación hace que la partícula quede fijada un punto de uno de los infinitos planos que lo forman pero, ¿porqué no decir que la fija en todas sus dimensiones, incluida la temporal? Al ser medida la partícula queda fijada en las tres dimensiones y la sitúa también en un punto específico de este cono. La partícula está indefinida antes de la observación en la totalidad de este cono y la medición la sitúa en un punto específico tanto para sus coordenadas espaciales, como para su coordenada temporal. La partícula, si es de nuevo observada, se verá situada de nuevo en otro punto, con sus coordenadas temporo-espaciales de nuevo definidas. Si siguiéramos midiéndola, hallaríamos una trayectoria a través del cono. Es la mente del observador la que va creando sus presentes. Pero esta partícula, como el resto del universo, tiene una existencia intrínseca solo si tomamos en su totalidad esta trayectoria, no tiene existencia intrínseca en un solo punto de su trayectoria.

Si es la mente del observador la que hace que el mismo universo se defina en sus elementos y posición, también deberíamos decir que es la mente del observador la que define sus propiedades en la dimensión temporal del universo. Quedaría entonces la dimensión temporal como una realidad al mismo nivel que las dimensiones espaciales, pero el concepto común del tiempo, de la flecha temporal y de sus jerarquías, sería una mera ilusión mental. El tiempo existe, pero todo el tiempo existe simultáneamente.

En la próxima y última publicación de este ensayo, expondré una teoría sobre dónde puede surgir esa persistente ilusión del tiempo subjetivo en nuestra mente, del flujo temporal, de la aparente separación radical entre lo pasado, el presente y el futuro, de porqué la mente le da al tiempo una dirección y porqué experimentamos estados mentales sucesivos. Y sobre la relación del Tiempo con la Consciencia misma.

Dónde surgen el Tiempo y la Consciencia