En anteriores publicaciones de esta serie, y que son necesarias para comprender esta última publicación de la serie, expusimos la paradoja de Fermi: No hemos detectado ninguna señal clara de la existencia de civilizaciones extraterrestres avanzadas, a pesar del enorme tamaño y antigüedad del universo, También explicamos la Ecuación de Drake para estimar las civilizaciones que podría haber en nuestra galaxia, y algunas de las explicaciones a esta paradoja más populares.
En mi opinión, hay que añadir a todas estas explicaciones convencionales que las circunstancias que dieron origen a la Luna pueden ser el hecho imprescindible para convertir en habitable la Tierra o cualquier otro exoplaneta, y que intentamos representar en la imagen principal de la publicación. No vemos un satélite tan masivo en ningún otro planeta de nuestro sistema solar, ni en los muchísimos exoplanetas descubiertos. La Luna se originó cuando un planeta del tamaño de Marte denominado Theia colisionó con la Tierra. Esta colisión derritió por completo nuestro planeta, permitiendo que los elementos metálicos y los elementos radiactivos, más pesados, se hundieran y formaran un núcleo terrestre metálico que se mantiene en estado fundido gracias a la radiactividad. Este núcleo metálico fundido en rotación ha creado un potente campo magnético que protege a la tierra de la radiación solar y permite la tectónica de placas. Esto no ha sucedido ni en Venus, ni en Marte. En Marte, la radiación solar ha evaporado su atmósfera, impidiendo a la vida prosperar, y su superficie está bañada en radiación. En Venus el campo magnético es mínimo y además, al no haber tectónica de placas, no se produce el reciclaje de los materiales de su corteza, lo que ha terminado originando una atmósfera con un efecto invernadero desbocado. Puede que la Tierra sea excepcional en el universo y que la vida necesite un planeta con unas condiciones excepcionales para desarrollarse.
Lo que propongo es que posiblemente la Tierra sea el único o uno de los primeros planetas del universo que cumple todos los siguientes requisitos:
1) Nuestra estrella central es solitaria y es el resultado de varias generaciones de estrellas, lo que ha permitido producir elementos metálicos y elementos radiactivos que puedan formar núcleos en planetas rocosos. Esta estrella es estable y está situada en un lugar específico de la galaxia donde ni es barrida por su radiación central ni está demasiado alejada de su centro.
2) La Tierra tiene un poco frecuente campo magnético fuerte para escudarse de la radiación solar. Esta circunstancia se produce raramente, cuando dos planetas de composición adecuada chocan en el ángulo preciso para no aniquilarse entre sí. El núcleo metálico fundido, mantenido en ese estado por los elementos químicos radioactivos, produce también una tectónica de placas para reciclar los materiales de su corteza y mantener un equilibrio en la atmósfera.
3) La Tierra tiene una órbita estable, un tamaño adecuado, suficiente pero no excesiva agua líquida y está situado en la zona habitable.
4) La vida se ha desarrollado muy, muy al principio de la existencia del planeta, lo que ha dado suficiente tiempo para el desarrollo de vida compleja.
5) Varias extinciones masivas en nuestro planeta han permitido la supervivencia y el dominio de especies adaptables e inteligentes, como los mamíferos y las aves.
6) Condiciones de extrema variabilidad climática en el continente Africano hace dos millones de años han conducido a la improbable aparición de unas especies muy oportunistas y adaptadas al cambio en sí mismo, con una grado de desarrollo cerebral extremo, como son las especies del género Homo. La encefalización extrema tiende a perderse, por ser un sistema poco eficiente energéticamente, como sucedió con el Australopithecus sediba, el Paranthropus robustus, el Homo nadeli y el Homo floresiensis. Sin embargo, el improbable descubrimiento de fuego por el Homo erectus permitió un aprovechamiento energético más eficiente de los alimentos y permitió perpetuar esa línea genética de gran encefalización.
7) Después de situarse al borde de la extinción varias veces, la peculiar estructura psicológica y social de una de las ramas descendientes del Homo erectus, el Homo Sapiens, permitió sociedades cada vez más complejas y organizadas, culminando en la revolución industrial. Probablemente, el Homo neardenthalensis nunca hubiera alcanzado la civilización, por su tipo de estructura social y se extinguió, como todas menos una del resto de las especies del género Homo.
Cada una de estas condiciones puede ser muy difícil de conseguir. Todas juntas, casi imposible. Puede que nuestro caso sea único dentro del universo observable. Que seamos la primera civilización tecnológica dentro del universo observable tiene profundas implicaciones. La Tierra, sus especies y los seres humanos son algo precioso, y tenemos la obligación ineludible de superar nuestros enfrentamientos y asegurar nuestro futuro. Somos el universo tomando por primera vez conciencia de sí mismo, y no debemos ser una especie uniplanetaria.