Primeras salas de proyección 3D

Primeras salas de proyección 3D

En la anterior publicación, intentamos explicar cómo se consigue la percepción de la profundidad mediante el sentido de la vista y el procesamiento de esta información por el cerebro. También cómo la técnica de la Estereoscopia crea la ilusión de profundidad mediante dos imágenes bidimensionales combinadas, llamadas estereogramas, y el uso de un estereoscopio. La imágenes estereoscópicas imitan el proceso por el que percibimos la profundidad en el mundo real. Cotidianamente el ojo derecho enfoca la misma imagen, pero en diferente ángulo que el ojo izquierdo, y es el cerebro el que elabora y da sentido a estas percepciones.

Las películas en 3 dimensiones son aquellas que intentan dar una ilusión de profundidad a pesar de estar viendo una proyección en dos dimensiones. Lo primero que debemos explicar es que el cerebro y la visión humana sólo puede procesar un máximo de 12 imágenes por segundo, y si se excede esta frecuencia, lo que se percibe es movimiento. La industria del cine se basa en mostrar imágenes sucesivas a una frecuencia de 24 cuadros por segundo. Desde el inicio del cine se planteó la posibilidad de dotarlo de imágenes con sensación de profundidad, porque de igual manera, la visión de una sucesión de imágenes estereoscópicas con una frecuencia de más de 12 imágenes por segundo, consigue también la sensación de movimiento. Pero el estereoscopio u otros dispositivos primitivos no resultaban prácticos de usar en las salas de cine.

A principios del siglo XX hubo algún intento de ofrecer sensación de profundidad en salas de proyección gracias a los cineastas alemanes August Engelsmann y Oskar Messter, con los sistemas llamados Alabastra y Kinoplastikon, que producían cierta sensación tridimensional gracias a pantallas intercaladas transparentes. También por esta época el productor Harry K. Fairall y el cineasta Robert F. Elder filmaron en blanco y negro añadiendo color para ofrecer las primeras películas con el sistema llamado Anaglifo. Esta técnica consiste en superponer dos imágenes estereoscópicas, cada una con diferente coloración, en la pantalla. Con unas gafas que filtren y anulen una de estas imágenes para cada ojo, obtenemos una sensación tridimensional.

Gafas anaglifo

Las gafas son el sistema ideal para las imágenes estereoscópicas proyectadas en una sala de cine, por su facilidad de uso. En una año tan temprano como 1915, Edwin Porter ya presentó las primeras imágenes anaglíficas en salas de cine, un sistema sencillo y barato, aunque con esta técnica se percibe poca calidad de coloración.

En 1922, Laurens Hammond estrenó su sistema Teleview, que fue el primer sistema 3D de cuadro alterno, técnica que bloquea alternativamente la imagen proyectada a cada ojo. Utilizaba dos proyectores interconectados, se proyectaban alternativamente imágenes sobre los marcos izquierdo y derecho. Los dispositivos de visualización estaban fijados a los reposa brazos de los asientos del cine y tenían obturadores giratorios que funcionaban de forma sincronizada con los obturadores del proyector, produciendo un resultado estereoscópico limpio y claro.

Edwin H. Land concibió la idea de reducir el deslumbramiento mediante la polarización de la luz mediante un filtro, idea que patentó en 1929. Filtrar dos imágenes superpuestas es lo principal que se necesita para conseguir la estereoscopia. En 1936, Land hizo la primera demostración de los filtros Polaroid junto con la fotografía 3D, lo que abriría el camino a una nueva forma de proyectar imágenes con sensación de profundidad. Se requerían dos proyectores que emitieran luz con diferente ángulo de polarización, una pantalla reflectante y no blanca para no perder la polarización, y unas gafas que filtraran la imagen deseada para cada ojo.

No te pierdas las siguientes publicaciones donde explicaremos el auge, el declive y el futuro para las películas 3D. En la próxima publicación analizaremos el auge del cine en 3 dimensiones.